Cómo me acostumbro a no verte, no oírte, no sentirte... cómo puedo hacer el mismo café de siempre, lavarme el pelo todos los días, separar la ropa blanca...
Cómo puedo seguir calzándome cada día, cubriendo mis lábios con las sábanas cada noche, escribir sobre todo esto...
Cómo puedo seguir contando estrellas a través de mi ventana, preparando la comida, cómo puedo sonreir y sentir, fregar los vasos llenos de besos, respirar, mojar mis pies en las orillas, llevar las manos en los bolsillos, sanar peces, pintar encima de tus óleos...
Ya no concibo la vida sin ti..., ayer leí estas palabras... cómo se concibe la vida sin alguién a quien quieres con locura, ¿que muere en nosotros?, ¿que hace que sigamos vivos?
No quiero más cambios, no quiero, ¡¿me oís?!
Recuperé esta canción, nunca mejor dicho... la recuperé y ya no huele a flores muertas sino a vientos de Sierra Nevada.
Serán estas pequeñas cosas... y sonrío cada mañana... será por ellas...