domingo, marzo 09, 2008

Caldero de decepciones

Intento componer una de esas recetas para famélicos de buenos tiempos, un guiso digno del más necesitado que me recomponga de una indigestión de decepciones. Llené una olla de largos días de angustia, sueños y dos tazas de egoísmo, unas cucharaditas de ilusión debían quitar el sabor amargo... pero no aguantaron ni el primer hervor...
Se me fué la mano con la indiferencia, medio kilo resultó en un caldo gris salado poco consistente. Conseguí un par de sonrisas y una canción tarareada, ingredientes imprescindibles en cualquier plato de invisibles y horneadas hasta cenizas... Debí cocinarlas al baño maría...
Dos meses removiendo desilusiones sin postres dulces... ¿Cuántas decepciones es capaz de soportar el ser humano?
Infinitas.