Madrid se ha despertado color ocre, en sus calles vacías se oye el tintineo de unos tacones que empujan un bebe albino, unas manos arrugadas cuelgan camisas blancas en el quinto... el suelo aún está mojado de las mangueras de la madrugada, las tenues luces de los coches aún parpadean y los frenos del 146 queman mis oídos...
- Qué manos más frías!... ¿Quieres un truco de magia?...
- Vaal... (Es que el otoño se ríe de mí si llevo guantes, además, solo me quedan de la mano izquierda...)
- Coge una carta, ¿ésa?, ¿seguro?
- Sí... (Creo que sí...)
- Escóndela donde quieras.
- Ya... (No importa dónde la esconda, ¿verdad? la vas a encontrar...)
- ¿Es ésta tu carta?
- Sí... No me lo cuentes, nunca...

Una vez conocí a un mago que decía haber perdido la magia... Viajó a través del Atlántico para recuperar un don con el que nació y es que hay personas que traen una varita mágica debajo del brazo...
Madrid se ha despertado con campos de trigo en sus adoquines, en la calle resuena un tintineo de campanas, el último camión de helados del verano... los ojos de Ángeles, han visto cincuenta días como hoy y brillan mientras una mariposa azul coloca la última pinza de madera, esta noche han debido llorar las hadas, mis pies aún sienten la humedad... el tren con destino a Nunca Jamás acaba de dar su último aviso...
Estan lloviendo ilusiones, suenan a pequeños papeles de regalo, huelen a seda, bailan y deslumbran en bermellón, a carcajadas... cosquillas entre mis dedos... ¿podéis verlo?