Me redescubro tumbada en la pared, he encontrado los agujeros que tapamos, te juro que solo los acaricié suavemente y volvieron las grietas. Sabíamos que la masilla de merengue no aguantaría la eternidad, pero no quise creerme. Recuerdo aquellas semanas con las uñas sucias de tanto restaurar, que sencillo nos parecía detener la soledad, ¿verdad? Crees que bebiendo doble malta y liando tus cigarrillos ya no eres la misma niña que se temía a si misma?
Pensamos que la locura venía de fuera y nos olvidamos de sonreír, solo sonreír... Admito que me confié, parecías tan segura de todo, poniendo baldosas bajo mis pies, construyendo aquella preciosa caja impermeable... Qué inocentes éramos, qué estúpida me pareces ahora, hay cosas que es mejor que no te recuerde o me condenarían. Sé que no soy justa, que has sufrido mucho, pero quién no? Me miras con tus brillantes ojos caoba, creyéndote la reina de tus mentiras y aunque apaguemos la luz, todos saben que sigues ahí, que no es verdad que tengas el don de evaporarte, que los espejos no mienten. No llores. No llores que se me desace la ira. No me implores ni me ruegues, sé que tienes rodillas de acero... Ya no quiero tus lágrimas, quiero verte sonreír, solo sonreír...