lunes, febrero 05, 2007

El Cielo sobre Berlín

Cuando el niño era niño
caminaba con los brazos colgantes,
quería que el arroyo fuera río,
que el río fuera torrente, y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
todo le parecía animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas,
de pronto se echaba a correr,
tenía un remolino en el pelo,
y nunca posaba para tomarle una foto.

Cuando el niño era niño,
era el tiempo de estas preguntas
¿por qué yo soy yo y no soy tú?
¿por qué estoy aquí y por que no allá?
¿cuándo empezó el tiempo y dónde acaba el espacio?
¿es la vida bajo el sol tan solo un sueño?
es lo que veo y oigo y huelo
¿no es solo una ilusión del mundo ante mundo?
Dados los hechos de la maldad y de la gente.
¿existe realmente el mal?
¿cómo es posible que yo, que existo,
no haya sido antes de existir y que alguna vez yo, que existo,
ya no seré quien soy?

Cuando el niño era niño,
le costaba tragar las espinacas, los guisantes, el arroz con leche
y la coliflor al vapor,
y ahora come de todo, no solo por necesidad.

Cuando el niño era niño,
alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace comtinuamente.
Muchas personas, entonces, le parecían bellas
y ahora solo unas pocas, por pura suerte.

Había visualizado una clara imagen del Paraíso
y ahora, cuando mucho, lo adivina,
no podía pensar una nada
y hoy se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba con entusiasmo,
y, ahora, tiene la misma excitación que entonces,
pero solo cuando se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño,
tenía suficiente con comer una manzana, ... y pan,
y aún hoy es así.

Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo ellas lo hacen,
y aún hoy es así.
Las nueces frescas le hacían aspera la lengua,
y aún hoy es así.
Tenía, en cada cumbre,
el ansia de un monte mas alto todavía,
y en cada ciudad,
el ansia de una ciudad aun mejor,
y aún hoy es así,
Alcanzaba las cerezas en las ramas más altas de los árboles,
con una euforia que todavía hoy tiene,
era tímido ante los extraños,
y hoy lo sigue siendo.
Esperaba la primera nevada,
y hoy la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
tiró un bastón como lanza contra un árbol,
y éste aún sigue vibrando allí.

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